En el lugar donde
luchamos sin final,
Madrugadas y noches
que se vuelven ritual,
Ilusiones que arden
en el aire tenaz,
Un equipo a la espera
del sol que alumbra ya.
Entre risas y faltas,
manchas en el andar,
Errores que nos hacen
tropezar,
Pero en cada caída
nace un nuevo intentar,
Caminamos juntos,
aprendiendo a avanzar.
Horas sin sueño y
café al despertar,
Cansancio y entrega
que no van a parar,
Entre fallas y
sueños, luchamos sin cesar,
Unidos en batalla,
con mucha fuerza para dar.
Y como siempre
ocurre, de forma magistral,
Los maníacos de la
noche, sin un plan formal,
Demuestran su
esencia, volviéndolo a lograr,
Un trabajo hecho
arte, imposible de igualar.
Uno solo puede ser vencido, pero
dos podrán resistir. Y además, la cuerda de tres hilos no se rompe fácilmente.
Eclesiastés 4:12
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